Capitulo 2
Algunas horas antes.
Dentro de la Ciudad República las calles tenían mucho
movimiento de las personas que pasaban a retirarse a sus casas, como
en cualquier ciudad todos hacían sus vidas cotidianas, ir a la tienda por
la cena, encargar algo a domicilio, la tarde empezaba a terminar.
Pasar tiempo con tu pareja o con familia que en momentos se volvía
rutinario, pero siempre se agradecida la paz.
Caminando podía verse una figura encapuchada al paso de otras personas,
aun estando rodeada se podía ver la soledad, ninguna de esas personas eran
amigos o compañeros de trabajo, todas pasaban a su lado sin verle sin prestarle
atención como siempre pasaba en la ciudad república.
Constantemente al salir se colocaba la sudadera gris azulada era una de
sus predilectas, la capucha le cubría lo suficiente para pasar desapercibida
entre la ciudad. Lo cotidiano era parte de la experiencia humana, si la gente
no veía sorpresas podía acostumbrarse a todo. Caminaba
tranquilamente por las calles, podía sentirse el fresco aire que daba el
atardecer, veía entre los edificios la entrada de la luz en partes
indicando el fin del día.
En una de las manos traía una bolsa del supermercado era algo para poder
cenar en casa, que fácil es comprar las cosas ya que parecía que en cada
esquina había una tiendita o un local que podía surtirte de lo que te antojara.
No había escasees de comida dentro de la Ciudad República.
Había llegado a la calle donde todas las casas eran prácticamente
iguales, mismo tamaño mismo grosor, lo suficiente para vivir cómoda una persona
o dos. Pero muy incomodo si se quería tener hijos. Es un buen lugar, con
árboles frondosos cuidados y atendidos dándole una armonía, si, es muy
tranquilo buen lugar para vivir.
Saca sus llaves de los jeans, introduciéndolas en la cerradura se abrían
sencillamente, al pasar volvió a cerrar con la misma llave. Se adentro hacia el
comedor dejando la bolsa en la mesa, de ahí saco su contenido. La
sudadera la coloco en el perchero quedándose con solo una playera sin mangas
podía verse su torneado cuerpo. Arreglo la mesa para luego ir a la cocina,
prendió instintivamente la luz, se coloco sus audífonos para escuchar la tonada
que le ayudaba a aislarse del mundo exterior. Diana Krall con su melodiosa voz
aterciopelada podía relajar en todo momento. Colocándose la bata de cocina,
empezó a preparar la cena mientras tarareaba el ritmo.
Mientras estaba concentrada cocinando sintió unas manos agarrarle la
cintura, ella dio un pequeño brinco al inesperado pero anhelado abrazo, sentía
como su cuello era atacado por unos labios hambrientos dando mordiscos en su
hombro al desplazarse. La música había jugado en su contra en ese
momento al no sentir su proximidad. Una mano movió su cabello exponiendo la
piel del cuello hacia la espalda, podía sentir un escalofrió en todo el cuerpo
cuando sus besos se concentraban en una zona. Sus ojos se habían cerrado por
las múltiples sensaciones que su cuerpo recibía.
La otra mano masajeaba su cadera adentrándose adentro de la playera un
poco más hacia arriba y al centro de su cuerpo, dejo salir un gemido. Lo
audífonos no le permitían escuchar a su acompañante ni podía escuchar su propia
voz. Sus manos estaban ocupadas pero las dejo inmediatamente apagando la estufa
para darse la vuelta y encontrarse con unos ojos verdes intensos. Los audífonos
se deslizaron por su cuerpo para caer al suelo.
Agarro con sus manos el largo cabello oscuro mientras la mano
intrusa tomaba uno de sus pechos dándole un masaje muy persuasivo, los labios
se encontraron pidiendo…no… exigiendo sus suaves labios. Tanta era su exigencia
de su ataque desenfrenado que ninguna de las partes quería ceder en los besos y
caricias, las dos exigían, demandaban ser saciadas, no se dieron cuenta que en
el movimiento de los cuerpos chocaron en la estufa, el fervor de lo recién
preparado todavía estaba palpable, una de las manos se había recargado en una
zona desafortunada.
Movió rápido su mano pero aun así el daño estaba hecho rompió el momento
al moverse para ver la quemadura.
- Perdona, me deje llevar por tu fragancia- La
abrazo pasando sus brazos en la cadera- Vamos a curar y luego
serviré la cena.- Agarro delicadamente su mano.
Llevándole al baño para tratarle la quemadura con primeros auxilios, por
lo que se veía era leve la quemadura en poco tiempo sanaría. Le coloco un
vendaje sencillo para que la herida no fuera a infectarse en estos días.
-Listo, en unos días ya no abra ninguna marca, ve a la mesa, es tiempo
que te apapache un poco- Atrapo sus labios mientras le quitaba la
bata para terminar la cena, dio una mirada viéndola caminar a la mesa quedándose
sentada- En serio, perdóname, pero sigue hablando conmigo, no te
quedes callada.
La joven mujer miro hacia la cocina podía verse sus intensos ojos azules
con brillos dorados desde la distancia, suspiro profundamente.
-Yo realmente no estoy enojada contigo… solo molesta conmigo por no
poderme controlar- Paso su mano por su cabello moviéndolo de un
lado para otro, sintiendo una pulsada de dolor- auch- Volvió a ver a su acompañante
cuando traía dos platos al comedor, colocándoles en sus
respectivos espacios que serian ocupados.- Vamos, cenemos
tranquilamente.
- Korra se que este tiempo ha sido duro, pero también podemos
tener estos momentos de paz- mirándole la mano- Tu
sabes a lo que me refiero.
- Lo peor es que lo se, pero ten en cuenta que vivimos tranquilamente,
realmente aprecio este tiempo créeme, solo que…- Korra volvía
a respirar sacando su frustración.- Podría ser mejor, lo imaginas un tiempo
mucho mejor, lo que hemos soñado está a nuestro alcance.
- Lo podremos lograr créeme- La ojiverde agarraba
su mano sana.- Ahora a cenar. - Después de la cena,
hicieron la limpieza de los trastes así también no dejar nada tirado. La
ojiverde se dirigió al despacho dejando abierta la puerta, terminando de
realizar algunas llamadas pendientes.
En este tiempo, Korra subió a la planta alta podía verse su figura
asomada en la ventana todo estaba tranquilo. Cerró los ojos, algo la
estaba intranquilizando, algo dentro de ella, sentía que esta parte de su vida
terminaría.
Podía ver como su acompañante se dirigía al baño de la recamara, dejando
a su paso varias partes de su ropa, Korra solo movía la cabeza, era algo muy
típico. Empezó a recoger cada prenda de ropa, dejándola en el tambo
de la ropa. Al enderezarse vio muy de cerca la piel blanca de su acompañante,
su fuerza resaltaba en cada musculo solo con el pequeño esfuerzo, desde la cena
todavía sentía la sensación en su cuerpo, todavía sentía los labios con
pequeñas pulsadas de placer que le dejo la ojiverde. Sus mejillas se
sonrojaron, quedaron las dos enfrente de la otra.
Korra se quito la playera, dejándolo en el mismo lugar que todo la demás
ropa al igual que sus jean azules, sus zapatos a un lado de la cesta. La
ojiverde la condujo a la regadera, sintieron la caída del agua caliente pasando
por su piel, cada una ayudaba a la otra a lavar varias partes cuerpo de su
amante, sintiendo las caricias pasar por la suavidad que dejaba el agua. La
temperatura corporal de las dos empezó a subía de tono, cuando pasaban más
tiempo tocando sus partes más intimas, besando cada pedazo de piel en cada
momento.
Al terminar y secarse se acercaron a la cama. Las dos ansiaban los
momentos que pasaban juntas.
Korra sentía la piel de la ojiverde, suave, caliente por el agua del
baño también por sus caricias. Su piel contrastaba con la de ella,
confiaba completamente en la mujer que tenía enfrente, era amada y le amaba por
completo. Sus caricias insaciables le dejaban sin aliento, ahora era tomada con
más tranquilidad, pero mucho deseo de por medio. Sabía que el hambre que las
dos sufrían tenía que saciarlo de una forma u otra.
Korra se quedo parada mientras la ojiverde se había sentado en la cama
en esa posición empezó a besar sus pechos, empleando su lengua erizo los
pezones de cada uno usando de igual forma sus con manos rodeándolos. Dándole
sensaciones eléctricas que escapaban con los gemidos que salían de su boca, las
manos de Korra se habían colocado en los hombros intentando sujetarse, cada
oleada de placer parecía que le quitaba la energía de sus piernas, haciéndole
difícil quedarse parada. Las manos pasaron a la cadera haciendo que la morena
se acercara más la boca de su amante. Con un poco de fuerza ayudo que Korra
abriera más las piernas, lo que hizo que se sujetara con más fuerza a sus
hombros ya que casi se caía. La ojiverde empezó a besar el vientre
de su morena desde su posición podía sentir la humedad de esta zona al pasar
con las manos por los muslos, subiéndolos acariciando su trasero para pasar
nuevamente a las piernas una y otra vez.
Estaba tan cerca del monte de Venus podía sentir que Korra se movía
impaciente su cadera intentando que su piel quedara más cerca de sus labios.
Levantaba sus ojos para ver la cara de su amante, era tan sexy verla sonrojada
y jadeando con los ojos cerrados.
Sabiendo que no resistirían mas piernas más tiempo, la ojiverde empuja
con sus manos el cuerpo de Korra tirándolas en la cama, este movimiento las
había dejando en una posición más cómoda, la ojiverde en el punto exacto que
deseaba y Korra arriba de ella. Korra quedo con sus rodillas en la cama
haciendo un pequeño puente entre las dos; los fuertes brazos estaban ocupados
sosteniendo su propio cuerpo. Claro que sorprendió a la morena pero al volver a
empezar a usar sus labios su amante dejo que la intensidad la llevara a
perderse en todas las sensaciones que sentía por el momento.
Hasta ahora los labios habían hecho la mayor parte del trabajo además de
sus manos, lo que hizo sonreír a la ojiverde. Con sus manos la ojiverde hizo
que bajara mas la cadera Korra de esta forma su lengua empezó a sentir los
pliegues húmedos de su intimidad.
Solo en la noche se escuchaban los gemidos de Korra su propio cuerpo
respondía a los movimientos impuestos por la ojiverde, sosteniendo inclusive
con sus manos su cadera y llevando su ritmo de las dos. Podía sentir Korra que
llegaba el orgasmo, sintiendo en su centro una pulsada de placer más fuerte que
las otras pasando por todo su cuerpo tensando todos sus músculos. La morena se
dejo caer de lado para que su amante pudiera moverse y ella pudiera respirar un
poco más; su amante estaba de lado sosteniendo su cabeza con una mano al
voltearse a verla, vio una sonrisa que abarcaba de lado a lado de su cara; Ese
rostro que le encantaba pero también sabía que tenía mucho ego y lo demostraba
con esa sonrisa de burlona.
Korra se coloco arriba del cuerpo desnudo de su amante besándola
apasionadamente en sus labios, acariciando el cabello estaba completamente
sedoso, percibía el aroma del jabón que momentos antes las dos habían usado.
Korra jugó un rato con las sensaciones que su amante sentía, ella le gustaba que
se levantara un poco para poder sentir su fuerte espalda. Sus piernas estaban a
los lados. Dejando que su humedad la sintiera el cuerpo cálido que estaba
debajo de ella.
Mientras movía su cadera sus manos se ocupaban de la espalda y los
pechos de la ojiverde. Pero también sus labios se daban el gusto de morder el
cuello caliente. Podía escuchar exclamar su nombre en cada gemido que lanzaba
su deseosa compañía. Una de sus manos se deslizo entre los pliegues de su
centro en un vaivén de sensaciones sintiendo escapar la humedad, jugó un poco
mas y metió algunos dedos dentro de ella, vio como su espalda se tensaba un
poco por la sensación que le estaba dando.
Cada envestida sentía que deseaba
volver a tomar el control, pero no le permitirá no en esta ocasión, agarrando
sus dos manos, la acostó no permitiéndole moverse, aun así seguía entrando en
ella una y otra vez. Sintió como se tensaba su cuerpo exclamando un gemido
fuerte. Se quedo un rato sus dedos en la misma posición sintiendo las pulsadas
de placer de su amante. Al salir de ella también libero las manos de ella, pudo
sentir como la ojiverde se quejo por unos momentos moviendo su cuerpo pero
volvió a su posición original unos segundos después. Se recostó a su lado
recorriendo con sus dedos la piel que en esos momentos tenía una capa de sudor.
Vio que su respiración se regulaba, las dos empezaron a dormir plácidamente.
Abrazadas.
---------------
La habitación estaba con las luces apagadas, el silencio reinaba en
todo el espacio. solo podía escucharse las
pausadas respiraciones de sus ocupantes. La ventana dejaba pasar la
luz que daba La luna azul, brillando en su pleno resplandor. Dos cuerpos
dormitaban plácidamente.
Rinn rinnn rinnn
- Si- la voz femenina contestaba cortante- ¿Que quiere y por que
llama a esta hora?
- Necesitan venir la dirección es en La mansión abandonada, varios de
los nuestros han sido eliminados- contesto de igual
manera la voz de un hombre entrado en años.
-Vamos inmediatamente- Colgando inmediatamente. Moviendo
a su acompañante solo se escuchaba abajo de las sabanas varios gruñidos de
protesta- Korra tenemos que movernos ha pasado algo. Debemos acudir.- La
ojiazul abrió completamente los ojos.
- Muy bien, me alistare- salió de la cama caminado por la
habitación, rápidamente se coloco la ropa al igual que su acompañante.-
Vamos Kuvira.
Las dos salieron en la noche. Mirando a su amante dándole la seña de
confianza, partieron “Los tiempos de paz”, se han acabado.
Continuara…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario